Cuando era niña, era bien flaca y no comía bien. Alrededor de mi cumpleaños número 15 comencé a subir unos kilitos, que al principio solo me "cayeron encima". Viéndolo en retrospectiva, no estaba gorda, sólo estaba creciendo, ganando el peso que años después se acomodaría en los lugares estratégicos que mis compañeros de clase notarían con alegría. Pero me sentía gorda. Y como siempre en este tipo de historias hay alguien a quien culpar: mis padres.
Y es que para ellos lo que yo tenía era gordura. Mi mamá siempre fue flaca, mis hermanas son (bueno, eran) flacas, tías y primas flacas... yo tenía que seguir siendo flaca, pero mi cuerpo se negaba a cooperar. Me traumé con mi gordura por unos años hasta que me acostumbré a ser la gorda de la familia.
Después me di cuenta que lo que yo tenía no era gordura, era buenura. No, no era la tipa más buena del mundo, ni siquiera cerca estaba pero digamos que la escuela de medicina no se caracteriza por tener alumnas de buen ver, lo cual fue una ventaja para mí. Y poco a poco comencé a notar que no todos los hombres sueñan con abdomenes mega planos, de hecho, a varios que conocí se les hacía sexy que las chavas tuvieran un poco de pancita, de "panza cachonda". Mi novio se contaba entre ellos, por supuesto.
Asi conforme pasaron los años me sentí más a gusto con mi cuerpo, inclusive orgullosa de él a veces. Pero los años y otras situaciones pasaron y cuando me di cuenta, me estaba poniendo realmente gorda. Ya no me sentía a gusto con mi cuerpo ni con mi ropa y recordaba aquellos entonces cuando deseaba estar más flaca y pensaba: ojalá estuviera ahorita como estaba en esos tiempos en los que me quejaba tanto.
Pero algo pasó. En los últimos meses, comencé a perder peso sin esfuerzo alguno. Al principio me sentí feliz por eso hasta que mi peso comenzó a llegar a niveles alarmantes, alcancé las 100lbs (como 45kg), el peso que tenía cuando estaba saliendo de secundaria, mi ropa de nuevo ya no me quedaba y me sentí realmente miserable. Platicando con mi madre respecto a lo preocupada que estaba por ello (que tal si era cáncer SIDA o ambos??), recuerdo una pregunta que me hizo:
¿Y cómo estas de panza?
Estoy segura que trató de desviar mi mente de esas ideas fatalistas que continuamente me acechan y por las cuales frecuentemente necesito ayuda para poner los pies sobre la tierra mientras respiro en una bolsa de papel. Pero no pude evitar recordar como me acomplejaron con preguntas como esa cuando era una fragil y susceptible adolescente.
Por cierto, ya no soy la gorda de la familia. Mamá dice que Denisse se está poniendo barrigona y papá que Daniela nomás piensa en tacos y que se le están acumulando en las jaboneras. También he ganado 5lbs en el último mes asi que he deshechado la teoría del cancer. De momento, he decidido disfrutar mis 105 lbs éste verano, hasta que mi cuerpo dicte lo contrario.
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5 comentarios:
Ey! yo protesto!
por qué tienes que exhibir los nombres de tus hermanas!
Ellas qué culpa tienen?!
A demás te recuerdo, la vida tiene muchos placeres y entre ellos está la comida!
A demás, no he visto a nadie (más que a tu papá) quejarse de mis jaboneras u.u
Perdón, discúlpame... pero no estoy gorda, ni barrigona, ni mucho menos, estoy sabrosa, si no pregúntale a mis amigos :)
En mi defensa ante los comentarios anterires tengo que agregar que yo no considero que mis hermanas estén gordas... al contrario, se están poniendo buenonas, como yo estuve antes. Solo queria puntualizar el hecho de que ahora yo soy la flaca y de que para mis padres la panza cachonda no existe!
Dení dijo...
Perdón, discúlpame... pero no estoy gorda, ni barrigona, ni mucho menos, estoy sabrosa, si no pregúntale a mis amigos :)
Estas obessaaaaa como un marrarno en engorda!!!!! jajja
El no es mi amigo, no lo conozco u.u
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